IA: adaptarse o morir
 
 El hecho de que más de la mitad de las empresas obtengan retornos positivos de sus inversiones demuestra que la IA está consolidando su valor económico y estratégico. Este crecimiento en inversión y madurez tecnológica sugiere que las organizaciones están comenzando a integrar la IA de manera transversal en sus procesos, desde la automatización de tareas hasta la toma de decisiones basada en datos. Sin embargo, también pone de manifiesto una presión creciente por innovar con rapidez y eficacia, lo que puede acentuar las diferencias entre las compañías que dominan la tecnología y las que aún están adaptándose.
  Por otro lado, hay una paradoja fundamental: aunque las empresas reconocen el potencial de la IA, muchas no disponen de la infraestructura ni del talento necesarios para escalar sus proyectos. Este “punto de inflexión” no solo es tecnológico, sino también organizativo y cultural. La brecha entre ambición y preparación —especialmente notable en el contexto español— revela que la transformación digital exige algo más que inversión: requiere una reconfiguración de habilidades, procesos y mentalidades. 
 
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