¿Qué impacto ha tenido el entorno actual en la transformación digital?

Publicado el 13 Oct 2020

¿Qué impacto ha tenido el entorno actual en la transformación digital?

Durante la Guerra de Crimea, Florence Nightingale fue pionera en promover el lavado de las manos como una manera efectiva de reducir las tasas de infección entre los soldados. Sin embargo, a pesar de la inmediatez de los efectos positivos que consiguió al frenar la expansión de las enfermedades, tuvieron que pasar 125 años, hasta la década de 1980, y una serie de brotes bacterianos, para que el lavado y la limpieza de las manos se convirtieran en unos hábitos de higiene básicos.

Si avanzamos rápidamente hasta la actualidad, nos encontramos con que los nuevos retos médicos que han aparecido, es decir, la COVID-19, han hecho que sea necesario aplicar unos nuevos hábitos de higiene. Si avanzáramos rápidamente otros 125 años, quizá miraríamos el pasado de una manera parecida a como hemos hecho con el lavado de las manos y veríamos que la pandemia actual es un punto de inflexión similar – pero esta vez, por lo que se refiere a la adopción de las infraestructuras y los servicios digitales. La noción de transformación digital no es algo nuevo, aunque se ha acelerado debido a la necesidad generalizada de contar con unos servicios online accesibles.

Los responsables informáticos se encuentran ahora en un momento comercialmente crítico en la historia. El modo y el lugar en el que inviertan se analizarán como nunca se ha hecho, ya que tanto los trabajadores como los clientes y los socios tienen puestas sus esperanzas en la tecnología para afrontar los retos que tienen por delante. Sin embargo, el hecho de innovar por innovar, por ejemplo, probablemente hará que se gaste de más y que se consigan unos resultados decepcionantes. Ambas consecuencias deben evitarse, especialmente en esta época que parece que plantea unos retos económicos y ambientales cada vez más complejos.

Un pequeño paso, un salto enorme

Las expectativas sobre lo que es o debería ser normal han cambiado en muchos sentidos. La forma en que operan las empresas actualmente ha sufrido una drástica transformación respecto a lo que era habitual hace tan solo seis meses. El protagonismo de la tecnología y su capacidad para adaptarse y prosperar en unas circunstancias cambiantes nunca han sido mayores. Los empleados viven, trabajan y se relacionan entre ellos en unos nuevos entornos, a lo que se suma que tienen que asumir responsabilidades como el cuidado de los niños y su escolarización en casa al mismo tiempo que están trabajando.

Para acompañar este cambio, la estrategia tecnológica debe adaptarse bien a las circunstancias actuales. Para los responsables informáticos, esto significa tener que dejar de lado el protocolo de inversiones previsto. Los ciclos tradicionales de presupuesto y compra de 18 meses, que se basan en un modelo de inversión en activos fijos y de actualizaciones estructurales, no encajan para nada con el funcionamiento actual de las empresas, ya que con frecuencia los planes deben cambiar rápidamente para adaptarse a exigencias nuevas e inesperadas. Por el contrario, las inversiones deberían centrarse en modelos de consumo flexible con una infraestructura que soporte al máximo la flexibilidad y la posibilidad de elegir – lo que permite que los equipos desplieguen y escalen rápidamente nuevos proyectos y aplicaciones.

Además, a medida que vaya aumentando la incertidumbre económica, los presupuestos se irán ajustando cada vez más. Para los responsables informáticos, esto puede suponer un quebradero de cabeza, sobre todo a la hora de obtener el visto bueno de los directores financieros a las nuevas infraestructuras y proyectos. La ventaja de adoptar un modelo de consumo flexible es que las empresas pueden evitar los grandes riesgos que suelen acompañar a las transformaciones que exigen unas inversiones de mucho capital. En lugar de ello, pueden impulsar activamente los proyectos de modernización que conlleven un riesgo bajo de aumentar los costes, agotar el presupuesto o quedar en manos de un proveedor.

No renuncie a las instalaciones locales

En las épocas de cambios, los retos vinculados a la planificación anticipada del gasto en informática y la infraestructura se acentúan. Para los responsables es muy fácil provisionar de más o de menos o centrarse en la solución equivocada para su transformación empresarial. Los estudios muestran que la migración a la nube sigue siendo la máxima prioridad de muchos responsables que ponen en marcha proyectos digitales, gracias a su capacidad para escalar, proporcionar una gestión sencilla de los datos y mantener los costes bajos. La situación actual puede haber acelerado la adopción de la nube, pero esta no es la única opción. Las empresas priorizan la sencillez, la agilidad y la flexibilidad: unas características que también se dan en los sistemas locales. Hoy más que nunca, sigue siendo necesario adoptar un enfoque híbrido del proceso de datos.

Si bien es cierto que la arquitectura de la nube puede permitir que las empresas extiendan sus estrategias tecnológicas, mejoren sus aplicaciones rápidamente y conserven grandes conjuntos de datos, los recursos locales siguen desempeñando un papel muy importante para el funcionamiento de las empresas. Para los responsables empresariales con visión de futuro que tienen la intención de usar tecnologías emergentes, como la IA y el aprendizaje profundo, en sus estrategias, los equipamientos locales son muy valiosos. Ya que harán que los datos trabajen más y mejor para ellos, optimizando de este modo el funcionamiento de las aplicaciones de misión crítica que no pueden estar en la nube – como, por ejemplo, las que necesitan una latencia extraordinariamente baja y un caudal de datos muy alto.

Al hacer que los recursos locales sean como la nube, los clientes tienen la posibilidad de: usar las nubes privadas o públicas junto con las instalaciones locales, dependiendo de las cargas de trabajo y de los objetivos de la empresa. Y al optar por un modelo de consumo flexible, pueden satisfacer las necesidades cambiantes de su negocio.

Un aspecto importante es que este enfoque híbrido no supone una gran carga para los presupuestos. En un modelo de consumo flexible, en el que los responsables escalan la infraestructura bajo demanda, el coste total de propiedad se reduce. Gracias a ello, las tecnologías críticas son asequibles y accesibles para las empresas de todos los tamaños, sea cual sea el volumen de su balance. Y, a su vez, esto libera capital y permite invertirlo en otras áreas de la empresa.

El nuevo orden mundial

Tanto si se trata del comercio minorista como del sector industria o del mercado de los servicios financieros, todos los responsables empresariales tienen que alinear su estrategia corporativa y su estrategia tecnológica, y esto es más fácil de lograr cuando los beneficios evitan los riesgos. Una de las constantes será el interés de los responsables por controlar el gasto financiero y recortarlo donde sea posible. El nuevo orden mundial referido al despliegue de la tecnología tendrá que ser, por lo tanto, flexible.

La flexibilidad permite controlar los compromisos de efectivo y de capital, tanto a corto como a largo plazo, y el alcance del almacenamiento de datos, así como elegir entre la adquisición o la suscripción. Es la base que permite tomar rápidamente las decisiones y dejar atrás a los competidores en el mercado gracias a la innovación en productos. Ya se trate de la personalización de las compras, gracias a la IA, en el comercio minorista, o de la aplicación del aprendizaje profundo en los vehículos autónomos, las empresas de todos los tamaños deben tener la oportunidad de competir y desarrollar aplicaciones rápidamente y bajo demanda. En última instancia, solo los modelos de consumo flexibles pueden ofrecer este nivel de accesibilidad y de aversión al riesgo.

Quienes no aprenden de la historia están condenados a repetirla

A diferencia de los brotes bacterianos de la década de 1980, la pandemia actual no debe verse únicamente como un catalizador del cambio, sino como una aceleración de la tendencia hacia un gasto tecnológico más eficiente y un crecimiento de los servicios digitales. Sin embargo, a pesar del lugar central que actualmente ocupan los proyectos digitales, muchas empresas no tienen a su disposición el capital suficiente para llevar a cabo esta importante reorganización informática. Además, los directores financieros y los responsables empresariales son más conscientes que nunca de las limitaciones presupuestarias y es muy probable que solo inviertan en ámbitos que tengan una rentabilidad garantizada.

Por lo tanto, los responsables informáticos deben ser hábiles y buscar nuevas formas de gestionar sus entornos tecnológicos. Los modelos de consumo flexible, con sus costes totales de propiedad bajos, su rápida integración y su agilidad, son idóneos para abordar los retos planteados por los entornos operativos actuales y, sin duda, serán un puntal de la empresa, ya que asumirán las cargas de trabajo que impulsarán las innovaciones futuras en la industria 4.0.

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Mauro Bonfanti

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