La industria de los centros de datos vive una etapa de crecimiento sin precedentes, impulsada por el auge de la inteligencia artificial, la computación en la nube y el aumento global del consumo de datos. Responsables de cerca del 2% de las emisiones globales de carbono, en los últimos años, su consumo energético ha crecido entre un 20% y un 40% anual, y las previsiones apuntan a que la demanda podría duplicarse en 2026. Este ritmo de expansión está acompañado de un fuerte incremento en la construcción de nuevas infraestructuras, que podrían multiplicarse por seis en apenas dos años.
Estos datos muestran la necesidad de replantear tanto el diseño como la operación de unas infraestructuras que, de no transformarse, podrían convertirse en un importante lastre ambiental y económico. Partiendo de esta situación, Arup, firma global de desarrollo sostenible, ha elaborado el informe “Circular Thinking for Data Centres”, que revela que la aplicación de estrategias de economía circular puede reducir hasta en un 50% las emisiones de carbono de los centros de datos a lo largo de su ciclo de vida.
Claves para reducir el impacto medioambiental
El estudio detalla cómo la circularidad puede aplicarse en todas las fases de estas infraestructuras, desde el diseño hasta el desmantelamiento. El diseño modular y flexible, por ejemplo, permite prolongar la vida útil de los equipos y adaptarlos a las nuevas demandas tecnológicas sin necesidad de renovaciones completas que implican un alto consumo de recursos.
Por su parte, la reutilización y el reciclaje de materiales como el acero y el cobre contribuyen a maximizar el aprovechamiento de recursos y minimizar los residuos. La optimización del consumo energético mediante la recuperación de calor residual o la integración de energías renovables también demuestra cómo los centros de datos pueden convertirse en activos circulares capaces de devolver valor a las comunidades, por ejemplo, distribuyendo calefacción mediante sistemas de calefacción de distrito o apoyando procesos industriales.
La presión regulatoria y social añade otro factor de urgencia. La Unión Europea, a través de la Directiva de Eficiencia Energética, exige a los centros de datos con una carga superior a 500 kW informar sobre su consumo energético y emisiones de carbono. A estas obligaciones se suma la escasez de terrenos disponibles para nuevas construcciones y la complejidad técnica de diseñar centros cada vez más grandes y de mayor densidad, preparados para absorber las crecientes cargas de trabajo de la IA y el almacenamiento masivo de datos. Además, el Código de Conducta de la Unión Europea para la eficiencia energética en centros de datos, aunque voluntario, proporciona directrices y mejores prácticas para mejorar la eficiencia energética y reducir el impacto ambiental de estos centros.
En este contexto, la aplicación de principios circulares se plantea no solo como una respuesta a la descarbonización, sino como una estrategia para incrementar la resiliencia y competitividad de estas infraestructuras.
Ahora bien, más allá de la eficiencia energética, el informe propone un enfoque integral que abarca desde la optimización de los sistemas mecánicos y eléctricos —responsables de gran parte de las emisiones por la frecuencia con que deben ser reemplazados— hasta el uso de materiales sostenibles como el hormigón bajo en carbono, el acero reciclado o la madera maciza, que se presentan como alternativas más respetuosas con el entorno. A ello se suman innovaciones en refrigeración, como el uso de refrigerantes de bajo impacto climático o sistemas de enfriamiento basados en agua, que permiten reducir de manera significativa las emisiones durante la fase operativa.