Los profesionales TIC siguen liderando el crecimiento del empleo en España. En la última década, el empleo en el sector aumentó un 47,7%. Mientras que el conjunto de la economía creció un 18%. Solo en 2024, el repunte fue del 4,9%, casi el doble del crecimiento nacional del 2,19%. Esta expansión no se limita al volumen. Las empresas demandan cada vez más roles técnicos especializados y competencias específicas, Además, los perfiles tecnológicos ganan presencia en sectores que hasta ahora no estaban ligados a la tecnología.
El sector mantiene condiciones laborales más favorables que el promedio nacional. Un 90% de los empleados TIC cuenta con contrato indefinido y la mitad percibe más de 2.000 euros mensuales, cifras que sitúan a este colectivo por encima de la media salarial. Además, casi 8 de cada 10 teletrabaja en formatos remotos o híbridos, lo que recalca el peso del trabajo a distancia en esta industria.
Aun con salarios altos, la encuesta detecta una insatisfacción extendida. Un 38% cree que su sueldo está por debajo de sus funciones y el 36% lo percibe por debajo de los estándares del sector. Esa percepción impulsa a pedir aumentos: 1 de cada 3 solicitó un incremento en 2025, 6 puntos más que en 2024. Sin embargo, solo aproximadamente la mitad de quienes lo piden lo obtiene, lo que dibuja un escenario de negociación más intenso que en otros sectores, pero con baja confianza en la concesión. En términos de poder de negociación, solo el 38% de los TIC recibió un aumento inferior al solicitado, frente al 57% de la población general, aunque la demanda no siempre coincide con la concesión final.
El 74% del colectivo disfruta de beneficios laborales, frente al 57% del promedio de ocupados. La formación es el beneficio mejor valorado para cerca del 40%, seguida de seguro médico privado (38%), dietas o descuentos (32%) y idiomas (21%). La prioridad otorgada a la formación sugiere la exigencia de actualización técnica constante.
Brecha de género persistente, con mujeres más cualificadas
El empleo TIC sigue masculinizado: el 80% son hombres y el 20% mujeres. Pero la cualificación rompe esa proporción. 2 de cada 3 mujeres TIC (67%) cuentan, al menos, con estudios universitarios superiores, frente al 36% de los hombres que alcanzan solo segundo ciclo educativo. Aunque más de la mitad de los profesionales del sector no percibe desigualdad de género, el 60% de las mujeres considera insuficientes las medidas de igualdad de sus empresas, frente al 25% de los hombres. Esto indica que la experiencia de género en el sector no es homogénea.
Las mujeres TIC reclaman más acción en igualdad real. El 55% demanda mejores programas de conciliación laboral y familiar (frente al 39% de los hombres), el 45% igualdad salarial a mismo puesto (31% de los hombres), el 36% planes de promoción con igualdad de oportunidades (26%) y el 29% reclutamiento de mujeres en áreas con baja representación (18%). También se detecta una brecha en la percepción de mecanismos contra el acoso laboral: el 67% de los hombres afirma que existen en su empresa, mientras que 1 de cada 3 mujeres aún desconoce si están disponibles. Aun así, la cifra de mujeres que confirma la presencia de estos mecanismos subió del 46% al 56% respecto a 2024, una señal de avance en un tema específico.
IA en la rutina: productividad sin sacrificar conciliación
La adopción de IA ya es mayoritaria. Más de 8 de cada 10 TIC conoce alguna herramienta de IA para el trabajo, el 66% la usa y el 24% recibió formación específica en esta materia. La capacitación en IA creció 10 puntos en un año y casi la mitad recibirá formación en los próximos seis meses. 2 de cada 3 profesionales anticipan que su empresa será el principal agente formador y la formación es obligatoria para el 46%, impartiéndose mayoritariamente en horario laboral (41%).
Los chatbots (52%) encabezan el uso de IA, seguidos de la traducción automatizada (42%) y asistentes de voz (17%). El principal beneficio señalado es la mejora de la productividad (29%), un dato atribuible a la simplificación de tareas repetitivas y de búsqueda de información.
El estudio también refleja barreras personales claras. El 57% rechazaría un ascenso si compromete su conciliación y el 49% lo haría si deteriora sus condiciones laborales. Asimismo, el 57% experimentó problemas de salud mental derivados del trabajo y el 77% de estos casos se relaciona con sobrecarga laboral. Además de dificultad de desconexión digital (33%), cifras superiores a las del conjunto de trabajadores. Finalmente, más de la mitad de los encuestados evitaría ascensos si afectan al equilibrio personal, y el 82% prioriza el salario como motivo para aceptar promociones, pero sin sacrificar la conciliación.
