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Los hiperescalares podrían estar generando muchas más emisiones de las que dicen



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Según una polémica investigación de The Guardian, los centros de datos de compañías como Google, Apple, Microsoft y Meta emiten un 660% más de emisiones de carbono de las que reportan oficialmente

Publicado el 18 sept 2024



Los hiperescalares podrían estar generando muchas más emisiones de las que dicen
Los hiperescalares podrían estar generando muchas más emisiones de las que dicen

Según un análisis de The Guardian publicado esta semana, entre 2020 y 2022, las emisiones de carbono reales de los centros de datos de empresas como Google, Microsoft, Meta y Apple serán probablemente un 662% -o 7,62 veces- superiores a las declaradas oficialmente.

Estos grandes hiperescalares han afirmado ser neutrales en carbono, de hecho, Amazon es la empresa que lo ha hecho más recientemente, al afirmar en julio que había alcanzado su objetivo siete años antes de lo previsto, y que había aplicado una reducción bruta de emisiones del 3%.

Pero la investigación de The Guardian detecta una tendencia a la “contabilidad creativa” según sus propias palabras, en los gigantes tecnológicos, que les permite afirmar la neutralidad del carbono a pesar de su considerable huella medioambiental. Estas empresas suelen recurrir a los certificados de energía renovable (Rec) para compensar sus emisiones, pero los críticos sostienen que esta práctica es, por así, decirlo, un “lavado verde”. Dichos certificados se utilizan para calcular las emisiones. Estos tienen en cuenta la compra de energía renovable, aunque los propios centros de datos sigan consumiendo electricidad de fuentes no renovables.

En cambio, las emisiones basadas en la ubicación o localización geográfica, es decir, las emisiones reales generadas en la zona donde se procesan los datos, revelan un panorama mucho más preocupante. Por ejemplo, Meta, que oficialmente declaró unas emisiones de 273 toneladas métricas de CO2 en 2022, vería esa cifra dispararse a más de 3,8 millones de toneladas métricas con el que, considera el medio de comunicación británico, un método más preciso basado en las emisiones reales generadas en el lugar donde se procesan los datos. Se han encontrado discrepancias similares con Google, Microsoft y Apple.

La tendencia de esas emisiones es preocupante. Si estas cinco empresas fueran un solo país, la suma de sus emisiones basadas en la localización o ubicación en 2022 las situaría como el 33º país con mayores emisiones, por detrás de Filipinas y por encima de Argelia.

El Protocolo de Gases de Efecto Invernadero (GHG), un organismo de supervisión de la contabilidad del carbono, permite el uso de los certificados de energía renovable (Rec) en los informes oficiales, aunque el grado en que deben permitirse sigue siendo polémico entre las empresas tecnológicas y ha dado lugar a una batalla sobre el proceso de elaboración de normas del GHG Protocol entre dos facciones.

Por un lado, está la asociación Emissions First, encabezada por Amazon y Meta. Su objetivo es mantener las Rec en el proceso de contabilidad independientemente de su origen geográfico. En la práctica, se trata sólo de una interpretación ligeramente más laxa de lo que ya permite el GHG Protocol. La facción contraria, encabezada por Google y Microsoft, sostiene que es necesario que la producción renovable y el consumo energético de los centros de datos coincidan en el tiempo y la ubicación.

La culpa es de la IA

Sea como fuere, la investigación sugiere que la falta de información se produce cuando se prevé que la demanda de energía de los centros de datos aumente drásticamente, impulsada en parte por el auge de la inteligencia artificial. La IA consume mucha más energía en los centros de datos que las aplicaciones típicas basadas en la nube. Según Goldman Sachs, una consulta de ChatGPT necesita casi 10 veces más electricidad para procesarse que una búsqueda en Google, y la demanda de energía de los centros de datos crecerá un 160% de aquí a 2030.

Al calor del crecimiento de la IA y de las crecientes necesidades energéticas de los centros de datos, los investigadores reclaman más transparencia en la forma en que las empresas informan de sus emisiones, y un cambio hacia un modelo más realista.

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