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Más del 88 % de las empresas utiliza la IA en al menos una función



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Según McKinsey & Company, la Inteligencia Artificial sigue en el umbral de la fase piloto: únicamente un tercio de las compañías ha logrado escalar la IA a nivel empresarial

Publicado el 4 dic 2025



Más del 88 % de las empresas utiliza la IA en al menos una función
Más del 88 % de las empresas utiliza la IA en al menos una función

La inteligencia artificial continúa expandiéndose como una herramienta esencial en las organizaciones. El informe The state of AI in 2025: Agents, innovation, and transformation, publicado por McKinsey & Company, analiza el grado de adopción de la inteligencia artificial en organizaciones de todo el mundo, su impacto económico y los retos —y oportunidades— que afrontan las compañías en este nuevo escenario tecnológico. El informe revela que el 88% de las empresas utiliza IA en al menos una función del negocio, una subida notable respecto al 78% registrado el año anterior. Este avance convive con un reto persistente: la mayoría de las organizaciones sigue en fases de experimentación y piloto, y solo un tercio ha logrado escalar programas de IA de forma transversal a toda la empresa.

El informe confirma una expansión prácticamente universal de la IA en las organizaciones. Casi nueve de cada diez empresas afirman usar esta tecnología en al menos una función, un crecimiento significativo en apenas un año. Sin embargo, esta adopción no se traduce todavía en una madurez generalizada; sólo un tercio de las organizaciones declara haber alcanzado fases de escalado empresarial. Entre las grandes organizaciones, especialmente aquellas con más de 5.000 millones de dólares en ingresos, la transformación avanza más rápido y cerca de la mitad (49%) asegura haber escalado la IA en distintas áreas del negocio, una cifra que contrasta con el 29% de adopción con fase de escalado en empresas con menos de 100 millones de dólares de facturación.

El interés por los agentes de IA se consolida como una de las tendencias más destacadas. El 23% de las empresas afirma estar escalando agentes dentro de alguna función, mientras que un 39% declara que ya está experimentando con esta tecnología. Aun así, su uso está lejos de ser generalizado y no más del 10% de los encuestados asegura haber escalado agentes en una función concreta. En muchos casos, la adopción se limita a una o dos áreas del negocio, lo que evidencia que la exploración de este tipo de soluciones sigue en fase piloto.

Carlos Fernández Naveira, socio de McKinsey & Company y líder de QuantumBlack en Iberia, sostiene que “muchas organizaciones siguen probando y testeando casos de uso sin centrarse en el valor y sin foco en escalar la tecnología de forma estratégica. La diferencia entre experimentar y transformar sigue siendo profunda”.

A esto se suma una creciente brecha entre compañías que ya han optado por rediseñar flujos de trabajo apoyándose en la IA y aquellas que continúan avanzando de forma marginal. Como explica Carlos Fernández Naveira “las organizaciones que han conseguido escalar la IA comparten un patrón común: inversiones sostenidas, foco en valor e impacto, gobernanza clara y una visión decidida en transformar dominios y flujos de trabajo. El reto para el resto será pasar de la experimentación incremental a un cambio operativo real”.

La revolución silenciosa de la IA: más innovación, más competitividad

El informe de McKinsey & Company muestra que la IA se ha convertido en un catalizador esencial de innovación empresarial. Aunque el impacto económico directo todavía se refleja de forma moderada – el 39% de las empresas atribuye algún efecto en el EBIT a la IA, generalmente inferior al 5%-, los encuestados señalan mejoras cualitativas significativas: la mayoría afirma que la IA ha fortalecido la capacidad de innovación de sus organizaciones, y casi la mitad reporta avances en satisfacción de clientes y diferenciación competitiva. El informe apunta también que las compañías pioneras en IA destinan más del 20% de su presupuesto en la tecnología y multiplican por tres su crecimiento e innovación.

Benjamim Vieira, socio senior de McKinsey & Company, sostiene que “las compañías que hoy están capturando más valor de la IA no son simplemente las que adoptan nuevas herramientas, sino las que han rediseñado sus procesos de punta a punta para aprovechar plenamente estas capacidades. Son organizaciones que han replanteado cómo innovan, cómo toman decisiones y cómo interactúan con sus clientes, integrando la IA en los flujos críticos en lugar de usarla como un complemento aislado.”

Empleo, talento y riesgos

La evolución en el uso de IA está generando diferentes expectativas sobre su impacto en el empleo. Aunque muchos encuestados consideran que no habrá cambios sustanciales en el tamaño de la plantilla, un 13% anticipa un aumento de plantilla de en torno al 3% debido al uso de estas tecnologías, especialmente en organizaciones que están acelerando su transformación, y un 32% prevé una reducción de la fuerza laboral del 3% o más en el próximo año. Por otro lado, según McKinsey & Company, las empresas más grandes son las que con mayor frecuencia prevén reducciones de empleo vinculadas a la IA.

Al mismo tiempo, el informe señala que la gestión de los riesgos asociados a la IA está cobrando mayor importancia. Desde 2022, el número de riesgos que las organizaciones afirman estar mitigando ha pasado de dos a una media de cuatro, reflejando una mayor conciencia sobre las consecuencias potenciales de estas tecnologías.

El 51% de las empresas que utilizan IA reconoce haber sufrido algún efecto negativo, y casi un tercio señala problemas derivados de la inexactitud de las respuestas generadas por los modelos, lo que convierte este punto en uno de los riesgos más mencionados. En contraste, la falta de explicabilidad —es decir, la dificultad para comprender cómo y por qué la IA llega a determinadas conclusiones— sigue siendo uno de los riesgos menos abordados, aun cuando muchas organizaciones lo consideran un desafío recurrente.

Este nuevo contexto subraya la necesidad de reforzar la gobernanza y adoptar marcos de responsabilidad más sólidos para avanzar hacia un uso efectivo, escalable y seguro de la inteligencia artificial.

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