Opinión

Grupos electrógenos: consideraciones finales



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Artículo publicado el 12 dic 2022

Garcerán Rojas

PRESIDENTE DE PQC



Garcerán Rojas, PQC
Garcerán Rojas, PQC

Fue allá por el mes de marzo de 2017 (quién diría que han pasado ya más de cinco años) cuando, a petición de Data Center Market, iniciamos esta serie de artículos sobre los grupos electrógenos. A pesar de que la visión de entonces sobre la posible extensión del tema en cuestión vaticinaba un amplio recorrido, jamás hubiésemos imaginado que daría para más de diez capítulos y, sin embargo, aquí estamos, atacando la undécima y, quizá, última entrega. Y no es que la materia no dé más de sí, que lo da, el caso es que ya resulta difícil recoger los innumerables flecos que puedan quedar dándoles estructura de artículo.

Durante este tiempo dedicado a los grupos, hemos hablado de su dimensionamiento, de las desclasificaciones, de niveles de tensión, de puestas a tierra, de factor de potencia, de cortocircuito, de las protecciones y sus ajustes, de las transiciones y sus tiempos asociados, de topologías, de certificaciones, de asuntos mecánicos, peso, ruido, vibraciones, de asuntos relacionados con el combustible, de control y sincronismo, de refrigeración y escapes, de estados y escalones de carga, de ratings y, en buena medida, de sus ensayos. Parecería que, con ello, se puede abarcar todo el espectro de funcionamiento de estas máquinas, pero no, siempre quedarán interesantes detalles, algunos de los cuales recogeremos en este apartado final.

El primero de ellos tiene que ver con los bancos de carga que, muchas veces, se incorporan como permanentes en los diseños de los data center, sobre todo en aquellos de mayor tamaño. Estos bancos permiten las pruebas en carga, tanto de grupos como de UPSs, aunque en el primero de los casos, ya hemos mostrado en capítulos anteriores nuestra predilección por las pruebas con carga verdadera. Existen excepciones donde el banco de carga está constituido por una carga real en forma de consumos propios del mismo edificio donde se aloja el centro o en edificaciones aledañas.

Hay un asunto determinante en el discurrir de la vida útil de un grupo: su mantenibilidad

Asimismo, también hemos citado, aunque sea de pasada, la utilización de los bancos como complemento cuando el estado de carga del grupo es ciertamente bajo y ello complica su funcionamiento. Aquí se da, además, el caso de que, en los niveles más bajos de carga, el consumo de combustible del grupo por kW de carga es apreciablemente mayor que el que se alcanza a partir de un 30% o, mejor, de un 50%. Con ello, el sobrecoste que implica elevar el estado de carga de los grupos, aun siendo cierto, no lo es según una relación lineal, lo cual hace más llevadera la operación.

Por otro lado, y desde el punto de vista de la eficiencia general del centro, rara vez se alude a los grupos, salvo cuando se cita las resistencias de caldeo que, aunque su potencia no sea enorme, suponen un consumo permanente que conviene limitar (el código de conducta europeo CoC recogía en su apartado 6.2 este comentario desde su versión original).

En cuanto a temas relacionados con el combustible, un aspecto que no se incluyó en los capítulos que se dedicaron a ello (VII y VIII) es la relativamente reciente exigencia, por parte de las autoridades competentes en ciertas regiones, de incluir aditivos que rebajen las emisiones, lo que supone disponer de depósitos inicialmente no previstos y que, según el caso, pueden complicar la ubicación del conjunto.

Pero si, al margen de los detalles técnicos de cada uno de los conceptos desarrollados en esta serie, o quizá participando de todos ellos, hay un asunto determinante en el discurrir de la vida útil de un grupo, este es el de su mantenibilidad. El mantenimiento de los grupos constituye una pieza esencial del engranaje y, normalmente, se lleva a cabo de una forma mixta, corriendo a cuenta, tanto del personal propio para determinadas comprobaciones rutinarias (inspecciones visuales y lectura de niveles) como del propio fabricante o de empresas directamente relacionadas con él para tareas de mayor calado. Se trata de trabajos sumamente especializados en los que reside buena parte de las expectativas de futuro del buen funcionamiento a los que así, de entrada, hay que añadir una buena dosis de respeto al medio ambiente y garantías a la hora de la recogida de residuos (aceite lubricante, líquido anticongelante, filtros y baterías) y traslados con segregación y etiquetado. La telegestión también es una buena ayuda, sobre todo para anticiparse a determinadas amenazas.

La presencia de personal externo a la instalación, máxime al tratarse de un entorno de misión crítica, conlleva tener que discurrir por dos caminos esenciales, el de la formación y el de la seguridad

La presencia de personal externo a la instalación, máxime al tratarse de un entorno de misión crítica, conlleva tener que discurrir por dos caminos esenciales. El de la formación y el de la seguridad. La formación tiene que establecerse de manera bidireccional y, de la misma forma que es fundamental que el personal propio del centro reciba un traspaso de conocimientos por parte del fabricante en lo que respecta al producto, tanto o más importante es que el personal del fabricante, o de su mantenedor, reciba instrucciones exactas de cómo comportarse en un entorno de centro de datos. Son variadas las situaciones donde una manipulación incorrecta en tareas de mantenimiento ha tenido consecuencias directas en la continuidad del servicio y eso debe ser evitado por todos los medios.

Y, en otro orden de cosas, el mundo del centro de datos ha estado siempre preocupado por tres asuntos prioritarios. La economía del negocio en primer lugar, y la disponibilidad y la eficiencia como soportes de la primera. Sin embargo, desde hace ya unos cuantos años, afortunadamente, hay otro tema estrella en todos los foros y publicaciones. Se trata de la seguridad, que debe encontrarse por encima de todo lo demás y que, al menos por nuestra parte, resulta muy bienvenida a esta fiesta.

No importa cuáles sean las condiciones en las que se acometan las pertinentes labores (en el caso que estamos tratando correspondería a las de mantenimiento), que la seguridad debe primar, tanto desde el punto de vista técnico en cuanto a la disposición de las instalaciones, como en el humano en cuanto a la adopción de los equipos y procedimientos que cumplan la normativa vigente en esa materia.

En definitiva, los grupos constituyen la red de seguridad última de los data center ante un defecto eléctrico y son legión los matices y detalles que influyen en su funcionamiento. A lo largo de estos once capítulos les hemos dedicado un buen montón de líneas que sólo han pretendido dar una visión global sobre todo lo que influye en su correcto funcionamiento. Curiosamente, ahora corren tiempos en los que los grupos diesel se encuentran en el punto de mira, cuando se trata de establecer programas de sostenibilidad tan en boga (de hecho, ya hay algunas compañías como Google o Microsoft que han puesto fecha final para su colocación)

Iba a tener gracia que ahora vaya y resulte que el final de esta serie de artículos coincida con el comienzo de su retirada masiva. Eso sí sería puntería y no la de Robin Hood.

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