En un mundo cada vez más digitalizado, donde la mayoría de las actividades económicas, sociales y científicas dependen de infraestructuras tecnológicas, los data centers han pasado a convertirse en elementos estratégicos clave. Desde servicios de streaming y almacenamiento en la nube, hasta inteligencia artificial, comercio electrónico y sistemas financieros globales, casi todas las operaciones modernas se sustentan sobre centros de datos que funcionan 24/7.
Sin embargo, esta enorme capacidad operativa podría traer consigo un alto consumo energético. Los data centers representan entre el 1% y el 3% del consumo eléctrico global, una cifra que no deja de crecer con la proliferación de dispositivos conectados, la expansión del Internet de las Cosas (IoT) y la adopción masiva de tecnologías basadas en inteligencia artificial.
En este contexto, la eficiencia energética de los centros de datos se ha convertido en una prioridad tanto económica como medioambiental. Optimizar el uso de la energía no solo permite reducir costes operativos, sino que también contribuye a mitigar el impacto ambiental de estas infraestructuras, alineándose con los objetivos de sostenibilidad corporativa y los compromisos de reducción de emisiones de carbono.
Además, las regulaciones internacionales y las expectativas de los consumidores empujan a las empresas a adoptar prácticas más responsables. La implementación de soluciones energéticamente eficientes y el seguimiento de métricas como el PUE (Power Usage Effectiveness) son ya estándares en la industria tecnológica más avanzada.
Este artículo aborda de forma exhaustiva qué es la eficiencia energética en un data center, por qué es tan importante, cómo se mide, qué tecnologías influyen en su mejora, qué acciones concretas pueden aplicarse para reducir el consumo y cuáles son los retos del futuro en este ámbito.
La importancia de la eficiencia energética en los data centers
Este tipo de infraestructuras consumen una enorme cantidad de energía, lo que convierte la eficiencia energética en un pilar fundamental para garantizar la sostenibilidad ambiental y la viabilidad económica de estas instalaciones.
1. Reducción de costes operativos
El coste de la electricidad es uno de los mayores gastos recurrentes en un data center. Un centro de datos mal optimizado puede desperdiciar grandes cantidades de energía en refrigeración, pérdidas en la distribución eléctrica o equipos sobredimensionados. Mejorar la eficiencia energética significa reducir directamente los costes operativos, liberando recursos para otras inversiones, como seguridad, escalabilidad o innovación.
2. Sostenibilidad ambiental y reducción de huella de carbono
Muchos centros de datos aún dependen de redes eléctricas alimentadas parcialmente por combustibles fósiles. Un consumo energético elevado se traduce en mayores emisiones de CO₂. Optimizar la eficiencia energética permite reducir significativamente la huella ambiental, lo que ayuda a las empresas a cumplir con normativas ambientales, estándares ESG y compromisos climáticos internacionales como los del Acuerdo de París.
3. Mayor disponibilidad y rendimiento del sistema
La eficiencia energética no se limita al ahorro: también mejora la fiabilidad de la infraestructura. Menores cargas térmicas implican menos fallos por sobrecalentamiento, más estabilidad operativa y vida útil prolongada de los componentes TI y eléctricos. Además, una infraestructura bien diseñada puede facilitar respuestas más rápidas ante fallos y mayor tolerancia a picos de carga.
4. Escalabilidad sin incrementar exponencialmente el consumo
El crecimiento de un data center no tiene por qué implicar un aumento proporcional del consumo energético. Si se prioriza la eficiencia desde el diseño, es posible ampliar la capacidad operativa sin multiplicar los costes ni saturar la infraestructura eléctrica o de refrigeración.
5. Cumplimiento normativo y competitividad en licitaciones
Cada vez más gobiernos, entidades regulatorias y grandes clientes corporativos exigen que los servicios tecnológicos se presten desde infraestructuras sostenibles. Un data center eficiente cumple con certificaciones como ISO 50001, LEED, Uptime Institute Tier Standard, entre otras, lo que mejora la reputación de la empresa y su capacidad de competir en mercados exigentes.
6. Reputación corporativa y responsabilidad social
La percepción pública y la confianza de los stakeholders son hoy más importantes que nunca. Invertir en eficiencia energética refuerza el compromiso con la sostenibilidad, la innovación y la ética empresarial. Empresas tecnológicas como Google, Amazon y Microsoft ya han hecho de esto una ventaja competitiva y un elemento clave de su estrategia de marca.
7. Preparación para el futuro digital
El crecimiento del machine learning, el edge computing, el blockchain o el metaverso va a disparar aún más las demandas energéticas de los centros de datos. Una estrategia basada en eficiencia energética permite afrontar este crecimiento de forma inteligente, evitando cuellos de botella energéticos y costes descontrolados.
¿Qué es el PUE?
El PUE, por sus siglas en inglés Power Usage Effectiveness, es una métrica estandarizada que mide cuán eficientemente un centro de datos utiliza la energía eléctrica. El objetivo del PUE es cuantificar la proporción de energía total consumida por el data center que realmente se dedica al funcionamiento del hardware de TI, es decir, servidores, equipos de red y sistemas de almacenamiento.
La fórmula básica del PUE es:
PUE = Energía total consumida por el data center / Energía consumida por los equipos de TI
Donde:
Energía total del data center = electricidad total que entra al centro de datos desde la red o fuentes propias (como generadores).
Energía de TI = energía que usan directamente los servidores, switches, routers, almacenamiento, etc.
¿Qué incluye el PUE y qué no?
Incluye:
- Refrigeración (HVAC)
- Iluminación
- Sistemas de alimentación ininterrumpida (UPS)
- Transformadores, cuadros eléctricos, distribución
- Sistemas auxiliares (monitorización, seguridad física)
No incluye:
- Eficiencia de los propios equipos de TI (como CPU o GPU energéticamente eficientes)
- Cargas útiles (como eficiencia del software, uso del procesador, virtualización)
- Energía usada fuera del edificio (por ejemplo, oficinas conectadas a otro edificio)
Valores comunes de PUE en el sector:
Excelente: ≤1.2
Bueno: 1.3 – 1.6
Ineficiente: >2.0
¿Cuál es el gasto energético de los data centers?
En líneas generales, el consumo energético se distribuye así:
- Equipos TI (servidores, redes, almacenamiento): ~50%
- Refrigeración y climatización: ~30-40%
- SAI/UPS y distribución eléctrica: ~10%
- Iluminación y otros sistemas: ~1-5%

Ventajas de la eficiencia energética de los centros de datos
La eficiencia energética en los centros de datos reduce significativamente los costes operativos al disminuir el consumo eléctrico, mejora la sostenibilidad ambiental al reducir la huella de carbono y aumenta la fiabilidad de la infraestructura. A continuación, pasamos a detallar todos los beneficios de la eficiencia energética.
Reducción significativa de costes operativos
Una de las ventajas más directas es la disminución de la factura eléctrica. Al mejorar la eficiencia energética, se reduce el consumo de electricidad destinado a climatización, conversión de energía y sistemas auxiliares.
Reducción de la huella de carbono y sostenibilidad ambiental
Menos consumo eléctrico significa menores emisiones de CO₂, especialmente en regiones donde la energía proviene de fuentes fósiles. Esta ventaja es clave en un contexto de lucha contra el cambio climático.
Mejor aprovechamiento de infraestructura y espacio físico
Un centro de datos más eficiente permite albergar más carga de trabajo sin necesidad de ampliar instalaciones físicas:
- Mayor densidad por rack sin aumentar el riesgo térmico
- Reducción del número de servidores gracias a la virtualización
- Menor necesidad de construir nuevos edificios o salas técnicas
Esto no solo ahorra dinero, sino que también optimiza el uso del suelo, reduce emisiones indirectas y simplifica la gestión.
Mayor fiabilidad operativa y disponibilidad
Los sistemas que operan a temperaturas óptimas y con menor esfuerzo energético tienden a fallar menos:
- Menor estrés térmico en servidores y componentes eléctricos
- Mayor vida útil del hardware
- Reducción de interrupciones o caídas por sobrecalentamiento
- Mejora de los SLA (Service Level Agreements)
Un data center eficiente es también un centro más resiliente y estable, ideal para servicios críticos.
Cumplimiento normativo
Cada vez más gobiernos y organismos internacionales exigen eficiencia energética y reducción de emisiones en instalaciones tecnológicas.
Cumplimiento con directivas como:
- Reglamento europeo de eficiencia energética (EED)Acuerdo de París / metas de emisiones
- Acceso a incentivos fiscales o subvenciones por inversiones en eficiencia energética
- Mayor facilidad para participar en licitaciones públicas o contratos con grandes empresas
Flexibilidad y escalabilidad sostenible
Un centro de datos eficiente puede crecer sin que el consumo energético aumente de forma lineal:
- Mayor capacidad para escalar verticalmente (más carga en el mismo espacio)
- Uso inteligente de recursos como aire exterior, refrigeración líquida o baterías inteligentes
- Posibilidad de implementar tecnologías como edge computing o IA sin saturar la red eléctrica
Ventaja competitiva y reputación corporativa
En mercados tecnológicos altamente competitivos, operar un data center eficiente puede convertirse en un argumento de venta:
- Refuerza la imagen de marca responsable y sostenible
- Aumenta la confianza de clientes, inversores y stakeholders
- Mejora la puntuación en índices como CDP, MSCI ESG Ratings, Sustainalytics
La infraestructura del centro de datos y su impacto en la eficiencia energética
La infraestructura física de un data center va mucho más allá del hardware TI. Incluye todos los sistemas necesarios para suministrar energía, refrigerar, proteger, gestionar y mantener operativa la instalación. Cada uno de estos elementos tiene un impacto directo en la eficiencia energética, ya sea por su consumo propio o por la forma en que condiciona el entorno térmico y eléctrico.
Sistemas de alimentación eléctrica (UPS, PDU, transformadores)
Los sistemas de suministro eléctrico aseguran energía continua y estable para los equipos, pero si son ineficientes, pueden generar pérdidas significativas.
Impacto en la eficiencia:
- UPS o SAI de baja eficiencia desperdician energía en forma de calor.
- Transformadores antiguos pueden generar pérdidas por conversión.
- Las PDU mal distribuidas causan desequilibrios de carga y sobreconsumo.
Buenas prácticas:
- Uso de UPS con eficiencia del 96% o superior (modo eco o de doble conversión).
- Optimización de distribución eléctrica.
- Monitorización en tiempo real de consumo por rack o por fase.
Sistemas de climatización (HVAC, CRAC/CRAH, free cooling)
La refrigeración es uno de los elementos más intensivos en consumo energético dentro del data center, a menudo responsable del 30% al 50% de la energía total usada.
Impacto en la eficiencia:
- Mal diseño del flujo de aire provoca mezcla entre aire frío y caliente.
- Refrigeración sobredimensionada o mal calibrada genera sobreconsumo.
- Tecnologías obsoletas requieren mayor energía para lograr el mismo efecto.
Buenas prácticas:
- Uso de pasillos fríos y calientes con contención física.
- Free cooling (uso de aire exterior en climas favorables).
- Sistemas de refrigeración líquida en centros de alta densidad.
- Variadores de frecuencia para optimizar el rendimiento de ventiladores.
Infraestructura de cableado y distribución (eléctrica y de red)
Aunque menos evidente, el diseño del cableado también afecta la eficiencia operativa del centro.
Impacto en la eficiencia:
- Cables mal organizados dificultan la circulación del aire.
- Un mal diseño de canalizaciones eléctricas puede generar pérdidas por resistencia.
Buenas prácticas:
- Canales de cableado separados para energía y datos.
- Organización vertical u horizontal que minimice obstrucciones al flujo de aire.
- Uso de materiales de baja resistencia y alta conductividad.
Sistemas de gestión y monitorización (DCIM)
Los sistemas de DCIM (Data Center Infrastructure Management) permiten controlar en tiempo real el uso energético y térmico del data center.
Impacto en la eficiencia:
- Sin visibilidad sobre los consumos, es imposible optimizar.
- La falta de automatización impide reaccionar a cambios de carga térmica o eléctrica.
Buenas prácticas:
- Implementación de sensores de temperatura y consumo por zona/rack.
- Alarmas automáticas para consumo anormal.
- Análisis de eficiencia en tiempo real y gestión predictiva.
Estructura física y envolvente del edificio
La arquitectura del edificio también influye: desde el aislamiento térmico hasta la orientación solar.
Impacto en la eficiencia:
- Mal aislamiento = más esfuerzo en refrigeración.
- Materiales inadecuados aumentan la transferencia de calor desde el exterior.
Buenas prácticas:
- Aislamiento térmico de suelos, techos y paredes.
- Uso de fachadas reflectantes o techos verdes.
- Diseño arquitectónico que favorezca la ventilación pasiva.
Iluminación del centro de datos
Aunque es un componente menor del consumo energético total, también influye.
Impacto en la eficiencia:
Iluminación constante e ineficiente aumenta el consumo base.
Buenas prácticas:
- Uso de LED de alta eficiencia.
- Control por sensores de movimiento y presencia.
- Zonas de iluminación sectorizadas según necesidad.
Equipos TI (densidad, ubicación, virtualización)
Aunque pertenecen al área TI más que a infraestructura, la forma en que se agrupan, distribuyen y gestionan estos equipos impacta en el resto del sistema.
Impacto en la eficiencia:
- Equipos de baja eficiencia generan más calor por unidad de procesamiento.
- Agrupamiento inadecuado de cargas crea puntos calientes.
Buenas prácticas:
- Virtualización y consolidación de cargas.
- Agrupación lógica de servidores con cargas similares.
- Servidores energéticamente eficientes (con etiquetas ENERGY STAR, por ejemplo).
Cómo reducir el PUE y mejorar la eficiencia energética: principales medidas
Reducir el PUE implica optimizar todo el ecosistema del centro de datos, desde la alimentación eléctrica hasta la climatización y gestión del hardware. No se trata de una única acción, sino de un conjunto de medidas estratégicas que, al implementarse en conjunto, permiten disminuir el desperdicio energético y mejorar el rendimiento global.
Optimización del sistema de refrigeración
La climatización representa una de las mayores fuentes de consumo energético en los data centers. Su mejora es una prioridad. Para ello, es importante emprender ciertas acciones, como las mencionadas anteriormente. Cabe destacar que es importante mantener una temperatura de operación recomendada (entre 18–27 °C según ASHRAE). Con todas estas medidas, se podrían conseguir reducciones de entre un 10 y un 30% en el consumo total de climatización.
Renovación de equipos de alimentación eléctrica
Los sistemas eléctricos como UPS, PDU, transformadores y generadores también tienen un gran impacto en la eficiencia si están obsoletos. Introduciendo todas las mejoras arriba comentadas, se podría conseguir una mejora de entre el 2 y el 10% del PUE, dependiendo del estado inicial del sistema.
Implementar un sistema DCIM
La monitorización y gestión energética en tiempo real permite tomar decisiones más inteligentes. Todo esto no necesariamente supone una reducción directa del PUE, pero sí permite identificar y actuar sobre ineficiencias con rapidez.
Virtualización y consolidación de servidores
Menos servidores físicos = menos consumo energético = menos calor = menos necesidad de refrigeración. En ese sentido, es importante consolidar cargas en servidores virtualizados o contenedores, apagar servidores inactivos o infrautilizados (“zombie servers”), e implementar arquitecturas hiperconvergentes (HCI). Como impacto directo en el PUE, estas acciones reducen la carga de TI y disminuyen el consumo global; mejora la relación entre energía útil y total.
Uso de energía renovable y generación in situ
Aunque no mejora directamente el PUE, usar fuentes limpias de energía mejora el perfil de sostenibilidad del centro. Implica acciones clave como la instalación de paneles solares o microturbinas in situ, la contratación de energía verde certificada por proveedores externos, y el uso de baterías de litio o sistemas de almacenamiento energético para autoconsumo. Todo mejora la sostenibilidad y reduce la huella de carbono, alineándose con estrategias ESG.
Mejoras en la iluminación y envolvente del edificio
Aunque su impacto energético es menor, la suma de pequeñas mejoras también cuenta. Por ello, es recomendable sustituir iluminación tradicional por LEDs de bajo consumo, implementar sensores de presencia para evitar iluminación innecesaria, mejorar el aislamiento térmico del edificio (techos, muros, suelos), y diseñar entradas de aire y ventilación con base pasiva o natural. No implica necesariamente un impacto en el PUE, pero sí puede ser importante en centros de datos pequeños o de múltiples ubicaciones.
Mantenimiento preventivo y cultura operativa
Incluso con tecnología avanzada, un mal uso o falta de mantenimiento puede generar derroches. Por ello, se recomienda llevar a cabo auditorías energéticas periódicas, limpieza y revisión de filtros, ventiladores, sistemas eléctricos, capacitación del personal en prácticas energéticamente eficientes, y revisión del firmware y configuración de dispositivos. Estas acciones mantienen el PUE estable y previenen desviaciones.

El futuro y los desafíos de la eficiencia energética de los centros de datos
A medida que la transformación digital avanza, el papel de los centros de datos se vuelve cada vez más crítico. Uno de los principales desafíos de cara al futuro es la convergencia entre eficiencia energética y rendimiento extremo. Los centros de datos de nueva generación deben ser capaces de ofrecer altísima disponibilidad y baja latencia, incluso bajo cargas variables e impredecibles, sin disparar su consumo eléctrico. Esto exige un rediseño de las arquitecturas tradicionales, incorporando soluciones como refrigeración líquida directa al chip, diseño modular, contención térmica avanzada y distribución inteligente de cargas, que permitan maximizar el uso de cada kilovatio consumido.
Otro reto importante está relacionado con la huella de carbono del ciclo completo de vida. No basta con que un centro de datos funcione con energías renovables; también hay que considerar las emisiones derivadas de la fabricación, transporte, mantenimiento y reciclaje de sus componentes. Esto obliga a las empresas tecnológicas a adoptar estrategias de economía circular, diseñar infraestructuras más duraderas, reducir la obsolescencia tecnológica y aplicar criterios de sostenibilidad desde la concepción misma del centro de datos.
En paralelo, la presión regulatoria también va en aumento. Gobiernos, instituciones supranacionales y organizaciones medioambientales están endureciendo los marcos normativos, exigiendo reportes de eficiencia energética, límites de consumo por unidad de procesamiento y trazabilidad de la energía utilizada. Esto supone un desafío operativo para muchas organizaciones, especialmente aquellas con centros de datos heredados o distribuidos geográficamente, que deberán adaptarse rápidamente para no quedar fuera de cumplimiento.
Además, hay un desafío social y de percepción pública. En un mundo cada vez más consciente del cambio climático, las grandes plataformas tecnológicas están siendo observadas de cerca por consumidores, inversores y reguladores, lo que las obliga a ser completamente transparentes sobre sus estrategias de sostenibilidad energética. Aquellas empresas que no puedan demostrar mejoras tangibles y verificables en su eficiencia energética podrían ver comprometida su reputación, sus ingresos y su acceso a mercados regulados.
Finalmente, la innovación también plantea una paradoja. Por un lado, tecnologías como la inteligencia artificial pueden ayudar a mejorar la eficiencia energética mediante la automatización de la gestión térmica, la predicción de cargas y el ajuste dinámico de recursos. Pero, por otro lado, estos mismos modelos de IA, especialmente los de gran escala, requieren enormes cantidades de energía para su entrenamiento y despliegue. El equilibrio entre avance tecnológico y sostenibilidad energética será una de las claves estratégicas del sector en la próxima década.